Tuve que tratar a un paciente cuyo perfil era el siguiente:
Un hombre de 56 años que trabaja en una gran empresa internacional. Lo aceptaba todo, nunca pedía nada y, en el contexto de la crisis de redimensionamientos, presiones de los vendedores para firmar contratos en condiciones que en ocasiones no cumplían con los estándares establecidos, entró en un esquema tipo círculo vicioso.
Comienza volviendo a casa cada vez más tarde, vuelve a su computadora para terminar su trabajo, dedica cada vez menos tiempo a su familia.
Entonces, decide tomar un departamento cerca de su oficina para limitar el tiempo de viaje.
Tiene miedo de enfrentarse a su jerarquía para pedir que se revisen sus condiciones de trabajo.
Se aísla cada vez más y un día se quiebra.
Los que lo rodeaban le decían que no podía seguir así, lo cual entendía perfectamente, pero no podía poner en práctica estos consejos racionales.
Cuando lo vi, le aconsejé que se tomara una licencia de 6 meses. Me dijo 15 días pero siguió trabajando al mismo ritmo lo que empeoró la situación.
Trabajé con él de manera paradójica haciéndole enfrentar sus miedos, preguntándole en particular qué pasaría si se detuviera durante 6 meses y, por el contrario, si no se detuviera.
Se dio cuenta de los riesgos y tomó la medida.
Luego de 4 sesiones que se desarrollaron a lo largo de 2 meses, fue a ver a su jerarquía y se estableció un diálogo sin dificultad. Entonces se le ofreció una solución que se adaptaba perfectamente a él.
Y hoy está bien.