La autoridad se complica cada vez más en la actualidad: en un contexto económico y social que avanza hacia la descentralización, la autonomía se convierte en uno de los valores centrales. Sin embargo, todavía necesitamos líderes. Claude de SCORRAILLE, Olivier BROSSEAU y Grégoire VITRY sostienen en su libro Cuando el trabajo duele que la clave para un buen ejercicio de la autoridad está en la benevolencia.
Se dice que un día alguien le preguntó a Lao Tse: "¿Cómo mejorar a los seres sin gobernarlos?" . Él respondió: " Tenga cuidado de no perturbar sus mentes, porque la mente del hombre está hecha de tal manera que se siente oprimido por toda presión y eufórico por toda incitación. Oprimido, se siente aprisionado; eufórico, puede causar estragos. La flexibilidad y la bondad pesan más que la dureza y la violencia que congela como el hielo o quema como el fuego”.
La etimología del término “autoridad” proviene del latín augere que significa: aumentar, revelar al otro que es capaz de más de lo que es, de ser más y mejor de otra manera.
Ser autoritario es participar en aumentar en los demás su autoconfianza en su propio crecimiento. Así, al someterse a alguien, a una regla, a una instrucción, si uno adopta voluntariamente esta posición de inferioridad, lo hace tanto más de buena gana cuanto que tiene confianza en que esta sumisión es un sésamo para crecer.
La verdadera autoridad es la que presenta la obligación, la de comunicar y actuar con miras a participar en el desarrollo de aquel sobre quien se quiere influir.
La autoridad se expresa en la relación, beneficia a sus dos protagonistas, si uno crece, el otro también crece. La relación entre estas dos personas es autoritaria o no, de acuerdo con una lógica de juego de suma distinta de cero, donde los dos ganarán o perderán juntos. Si la relación de confianza no se puede establecer de esta manera, surgirá un equilibrio de poder que dará paso a un juego de suma cero, donde uno ganará y el otro perderá. Con el riesgo a la larga de perder a todos.
Demostrar autoridad es una forma de relacionarse que produce autoridad a través de un proceso circular donde uno hace:
- acto de benevolencia al dar autonomía e iniciativa a su colaborador para lograr un objetivo o resolver un problema.
- acto de control asegurando el seguimiento del objetivo a alcanzar, identificando lo que está causando dificultad.
- acto de apoyo al desarrollo del colaborador indicándole cómo hacer retroceder sus límites mediante acciones correctivas y sin sustituir a su colaborador en sus logros.
Y nuevamente, se implementará un acto de benevolencia en forma de un nuevo objetivo, una vez más dando lugar a la iniciativa y la responsabilidad.