El caso que les presentamos es el de Valéria, de 48 años; trabaja en un departamento que se está reduciendo y donde la carga de trabajo está disminuyendo debido a la progresiva digitalización de tareas. Después de algunos paros laborales repetitivos pero de corta duración, esta vez está fuera del trabajo durante 1 mes pero sin visibilidad real en cuanto a su regreso, y con antidepresivos.
Cuando la vemos en consulta está muy ansiosa, con aparente urgencia de mejorar.
Su dilema es: "Quedarse en casa es imposible, volver al trabajo es insoportable".
Quedarse en casa le parece imposible porque se ve a sí misma como una persona activa, y volver al trabajo le resulta insoportable porque tiene miedo de “volver al corredor de la muerte” como dice, de ser maltratada por su superior jerárquico, de incurrir en la comentarios despectivos de sus compañeros y, en ocasiones, incluso para tropezar con su comportamiento machista.........
Le da vergüenza volver a ver a sus compañeros, haber caído tan bajo; se siente impotente para encontrar una solución aceptable para ella.
Cuando conocemos a Valeria, ella es una guerrera combativa debilitada; llora porque no puede actuar. Está atrapada entre la rabia y la vergüenza por lo que le está pasando. Lo que más le afecta es su impotencia.
Intentos de solución
en el trabajo ; reacciona denunciando lo que está mal, en particular las deficiencias que observa por parte de su superior jerárquico. Se obliga a sí misma a hacer lo que desde su punto de vista no se ha hecho. El tono sube, se burla de su espíritu de lucha. Ahora se la percibe como insoportable y se encuentra noqueada en casa. situación inaceptable para Valéria. Estamos pues en una dinámica conflictiva en la que se agota.
En casa, intenta no pensar en su situación pero es en vano. De hecho, piensa en ello todo el tiempo y mide la trampa en la que se encuentra. Al hacerlo, tiende a aislarse. Se avergüenza y evita el contacto.
Alrededores. El médico banaliza (no eres el único que tiene problemas en el trabajo, no es tan grave), su hermana le da los datos de contacto de un terapeuta, que lo puede ayudar, los compañeros la consuelan, dicen que la cuide” te necesitamos"......
Todo esto contribuye a consolar a Valéria en su sentimiento de impotencia.
Intervención
Diagnóstico: Valéria no sabe cómo afrontar; ella no puede soportar sus dificultades. Le gustaría volver a trabajar pero tiene miedo de no poder hacerlo. Debemos enseñarle a luchar de otra manera y canalizar su malestar que se ha vuelto permanente desde que está en casa.
La herramienta en la que nos apoyamos es la "contemplación del desastre" que ella debe poner en práctica todos los días, con todas las dimensiones emocionales que le acompañan. Esta es una tarea paradójica, destinada a reconvocar el síntoma, lo que le ayudará a recuperar el control.
Al mismo tiempo, lo alentamos a aceptar sus propios límites. Se ha desgastado luchando año tras año, y el descanso se ha vuelto tan necesario para ella como lo es el invierno después de las estaciones que lo precedieron.
La mejor manera de operar de manera efectiva es entrar en modo de hibernación activa para que pueda preparar mejor su estrategia de regreso. Como dijo Camus, “en pleno invierno, aprendí que dentro de mí había un verano invencible”.
Salvo meterse en una carpa quechua y esperar a que sucedan las cosas, se da cuenta de que tendrá que enfrentarse a nuevas situaciones; luego le damos una nueva tarea llamada "la peor media hora". Si no puede volver al trabajo, tendrá que imaginar las peores fantasías, enfrentarse a sus miedos.
En la 5ª sesión, se siente mejor. Se las arregló para canalizar su malestar. De regreso al trabajo, recibió la capacitación que tanto anhelaba.
En este caso, podemos decir que la contemplación del desastre fue el eje de la intervención.