En el contexto francés, el término acoso moral surge con la publicación del libro de Marie-France Hirigoyen (1998). El autor habla de la violencia cotidiana y el acoso moral. Hace un vínculo con la noción de pervertido narcisista . Este vínculo hace que surja la noción de víctima - verdugo siempre que hablamos de acoso moral. Esta visión se recoge en la ley contra el acoso moral de 2002, reforzada en 2012.
Al calificar al adversario como depredador, independientemente de la relación, validamos una impotencia frente a alguien que es excesivamente peligroso. Ante el miedo, y cuando piensas que no puedes salir de la relación, puedes tender a:
- evitar
- controlar al otro, hasta el punto de dar sentido a su impotencia: calificamos al otro independientemente de lo que hagamos, diciendo “hay alguien más fuerte que yo”: es un matón = es un pervertido narcisista.
LA VICTIMA
Muchas veces la víctima tiene una necesidad de reconocimiento y sigue luchando esperando que algún día él (el verdugo) reconozca su valor (“Yo tengo valor y un día espero que él lo reconozca”). Ella cree que tiene la fuerza para poder lograrlo, pero ella, como Achille, (es débil porque ella) no reconoce su impotencia y su fragilidad en la relación.
EL VERDUGO
El verdugo, como Goliat, está tan enredado en su arsenal y en su convicción de omnipotencia que no se da cuenta de su fragilidad.
Frente a este no reconocimiento, hay un acosador cada vez más acosador y una víctima cada vez más frágil y los actores de alrededor que participan a su pesar en enquistar la situación. Cuanto más insiste y se justifica uno, más trata de tranquilizarlo el otro y más hostiga la relación.
El objetivo de la intervención será ayudar a la víctima y al verdugo a tocar y mostrar su propia fragilidad.