Para saber decir no en el ámbito profesional, primero es necesario conocer con precisión los perímetros de responsabilidades.
Y puede surgir un primer escollo si el empleado y su jefe no están completamente de acuerdo en estos perímetros.
Tomemos el ejemplo de una contadora que dedica tiempo a responder a sus colegas sobre cuestiones técnicas mientras que su gerente espera de ella un trabajo más estratégico. Inevitablemente habrá en un momento u otro conflicto y revisión.
Un segundo riesgo se puede circunscribir a lo que se denomina “prostitución relacional”: si dices que sí a todo, te apreciarán por lo que haces y no por lo que eres.
Ejemplo: A una madre que le ha dado todo a su hijo desde pequeño se le puede decir cuando llega a la adolescencia “pero yo nunca te pedí nada”. Para no caer en la trampa de la prostitución relacional hay que aprender a decir no.
Hay tres niveles para decir "no":
- El no quién como expresión de una incapacidad para decir sí. “Me gustaría complacerte, pero no puedo hacer lo que me pides”. Expresado de esta manera, no se conserva la relación
- El no que tiene en cuenta las prioridades. "Podría hacerlo, pero ahora mismo tengo otras prioridades".
- El no que se coloca un grado por encima y claramente significa “no me conviene”