El trastorno de pánico es un tipo de trastorno de ansiedad caracterizado por ataques de pánico recurrentes e inesperados, Barlow, DH (2002). Los ataques de pánico se han documentado a lo largo de la historia, pero no se ha comprendido completamente su significado y conexión con los trastornos de ansiedad.
La historia del trastorno de pánico
Los textos médicos de la antigua Grecia y Roma mencionan síntomas similares a los ataques de pánico, pero no se reconoció ningún trastorno distinto, Goisman, RM y Warshaw, MG (1995). El médico francés Jean-Martin Charcot observó una condición que llamó "Gran Histeria", que incluía síntomas parecidos a ataques de pánico. Sigmund Freud también estudió síntomas similares y los clasificó como "neurosis de ansiedad" o "histeria de ansiedad". A principios del siglo XX, los psicólogos y psiquiatras continuaron estudiando los trastornos de ansiedad y las manifestaciones de los ataques de pánico, Barlow, DH (2002). Un psiquiatra alemán, Emil Kraepelin, describió una condición llamada "ansiedad fóbica", que abarca síntomas similares al pánico. Sin embargo, la clasificación y comprensión exactas del trastorno de pánico aún estaban evolucionando y, hacia mediados del siglo XX, investigadores como Donald Klein y otros comenzaron a centrarse en los ataques de pánico como un fenómeno distinto por derecho propio. Reconocieron que los ataques de pánico podían ocurrir sin un desencadenante externo y no estaban necesariamente asociados con otros trastornos psiquiátricos Grossman, RM y Warshaw, MG (1995). La tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-III) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría reconoció oficialmente el trastorno de pánico como un diagnóstico distinto. También clasificó el trastorno de pánico como un trastorno de ansiedad caracterizado por ataques de pánico recurrentes e inesperados y ansiedad posterior relacionada con la posibilidad de experimentar más ataques. Desde su reconocimiento oficial, se han realizado considerables investigaciones para comprender mejor el trastorno de pánico. El papel de los neurotransmisores, particularmente la serotonina, en el desarrollo del trastorno de pánico se ha estudiado ampliamente, aunque aún quedan muchas críticas sobre este tema, Klein, D. F. (1964). Se han desarrollado y estudiado medicamentos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y las benzodiazepinas, en ensayos clínicos aleatorios, como tratamientos eficaces para el trastorno de pánico. Además, se ha demostrado que la terapia cognitivo-conductual (TCC) y otros enfoques psicoterapéuticos son beneficiosos en el tratamiento del trastorno de pánico, Nardi, AE y Freire, RC (2010). La investigación y la comprensión contemporáneas del trastorno de pánico continúan explorando las causas, los factores de riesgo y las opciones de tratamiento para el trastorno de pánico, incluido el papel de la genética, los factores ambientales y la interacción de diferentes neurotransmisores, Craske, MG y Barlow, DH (2006). , pero ha habido pocos avances significativos. Es importante señalar que la comprensión y el reconocimiento del trastorno de pánico han evolucionado y que hay opciones de tratamiento disponibles para los pacientes.
Diagnóstico del pánico y la agorafobia.
No todas las personas que sufren ataques de pánico padecen un trastorno de pánico. Para un diagnóstico tradicional de trastorno de pánico, el Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM-5), publicado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, enumera los siguientes criterios.
- Debes tener ataques de pánico frecuentes e inesperados.
- Al menos uno de sus ataques fue seguido por un mes o más de preocupación constante por sufrir otro ataque; miedo continuo a las consecuencias de un ataque, como perder el control, sufrir un ataque cardíaco o "volverse loco"; o cambios significativos en su comportamiento, como evitar situaciones que cree que podrían desencadenar un ataque de pánico.
- Sus ataques de pánico no se deben al uso de drogas o sustancias, a una afección médica u otra afección de salud mental, como fobia social o trastorno obsesivo-compulsivo.
Etiología estratégica
La Organización Mundial de la Salud define el trastorno de pánico como una afección importante que afecta hasta al 20% de la población mundial, y que las mujeres tienen el doble de probabilidades de verse afectadas que los hombres. El trastorno de pánico evoluciona a través de intentos progresivos de controlar nuestras reacciones naturales y espontáneas ante una amenaza percibida. Este intento de control suele parecer funcionar durante un tiempo, hasta que la persona experimenta su primera pérdida total de control, Nardi, AE, & Freire, RC (2010). Esta sensación abrumadora de pánico y excitación psicofisiológica que excede el límite normal se percibe como un episodio verdaderamente aterrador y, a menudo, potencialmente mortal. Los intentos fallidos de erradicar el miedo crean un problema en espiral que se convierte en un círculo vicioso de respuestas y percepciones, que se vuelve aún más rígido con la repetición de soluciones inútiles. La hipervigilancia constante de la persona sobre sí misma, su respiración, su ritmo cardíaco, su equilibrio, etc., así como su deseo de controlar cualquier alteración en su fisiología, precipitan el miedo incluso al que el paciente busca controlar. En este punto podemos decir que el genio ha salido de la botella y se activa el sistema de excitación natural del cuerpo. Cuanto mayor es el nivel de control que uno intenta imponer sobre sus reacciones corporales, más empeoran, lo que lleva al trastorno de pánico. La solución del paciente se convirtió en su problema y su problema en su solución. Está atrapado y cualquier intento de solucionarlo mediante el control está condenado al fracaso. Este miedo al pánico y, posteriormente, el miedo a que se produzca cuando el paciente está solo y fuera, induce a la agorafobia, incluso claustrofobia acompañada de ataques de pánico.
Agorafobia
En el caso de la agorafobia se introduce una dinámica relacional y el paciente generalmente busca ayuda y recurre a cualquiera que pueda ayudarle acompañándolo en las situaciones sociales que pueda afrontar. Como se dijo anteriormente, todo comportamiento humano es una forma de comunicación, y cada vez que una persona busca ayuda y la obtiene, se encierra en un doble vínculo, Watzlawick et al. (1967). Siempre que alguien la acompaña, “ella confirma que está a salvo porque tiene ayuda, pero también confirma que no puede porque necesita ayuda” y por tanto su solución alimenta su problema, llevando su fobia a nuevos extremos, Gibson, 2021; Barlow, DH (2002). Algunas personas con trastorno de pánico tienen un lugar o situación clara y distinta que les desencadena el miedo, y otras parecen vivir en constante pavor de ese fantasma que les atemoriza en todo momento, viviendo sus vidas como un soldado en un campo de minas perpetuamente anticipando una pérdida de control. Un tratamiento eficaz nos permite actuar sobre los mecanismos descritos anteriormente, bloquear rápidamente el problema y resolver el trastorno, muchas veces en 7 a 10 sesiones. El pánico a menudo se diagnostica erróneamente como trastorno de ansiedad generalizada, cuando en realidad no existe una pérdida total de control típica del pánico en el trastorno de ansiedad generalizada. En el trastorno de ansiedad generalizada, el estado de excitación es constante, pero rara vez, o nunca, hay un punto de inflexión en el miedo. El pánico tal como lo hemos definido se caracteriza por una forma extrema de despertar miedo, que se vuelve patológico y por lo tanto requiere ayuda profesional cuando la persona está atrapada en el problema - a pesar de sus constantes intentos personales por resolverlo., Klein, DF (1993) . En nuestro diagnóstico estratégico centramos nuestra atención, no en describir el problema, sino en intervenir en cómo funciona y cómo podemos intervenir en los intentos del paciente por solucionarlo.
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Intentos fallidos de resolver el trastorno de pánico
- El intento de evitar situaciones de miedo nos hace menos capaces de afrontar este monstruo que consume nuestro pensamiento y nuestro comportamiento y aumenta nuestro miedo a las situaciones evitadas.
- La búsqueda de ayuda y protección, que al mismo tiempo provoca la sensación de seguridad, pero que luego alimenta la percepción de miedo. Al delegar nuestros miedos en otros, nos volvemos completamente incapaces de afrontar estas situaciones solos y alimentamos así nuestro sentimiento de dependencia e incapacidad.
- El intento permanente y continuo de controlar las reacciones fisiológicas ante el miedo conduce paradójicamente a una pérdida total de control de las reacciones naturales.
Soluciones estratégicas
evitar-evitar
La resolución implica que el terapeuta actúe sobre la conducta de evitación tal como la hemos descrito. Para ello utilizamos una serie de intervenciones sugerentes capaces de distraer a la persona durante las situaciones temidas, lo que lleva al paciente a adoptar medidas de contraevitación. Finalmente, interrumpimos su intento de suprimir intencionalmente sus reacciones espontáneas. También utilizamos la intervención del diario (ver más abajo) (Gibson, 2019, Nardone, 2002, 2003, 2007, Portelli & Nardone, 2007). Esta intervención ha sido diseñada de tal manera que con el mínimo esfuerzo podamos producir un desapego emocional de la situación y crear una nueva capacidad por parte del paciente para gestionar mejor su situación.
La peor de las fantasías.
En el corazón de los ataques de pánico está el intento de controlar, lo que conduce a la pérdida de control. Por tanto, es necesario introducir una técnica capaz de intervenir con éxito en los ataques de pánico en ausencia de una fuente real de amenaza. Esto es especialmente cierto en los casos en los que la amenaza aterradora no proviene del exterior sino que emana del miedo al miedo que desencadena la paradójica escalada del pánico. La técnica de la "peor fantasía" es fruto de nuestra continua investigación en el ámbito clínico y se basa en los efectos reales y concretos de intervenciones paradójicas. Son intervenciones que parecen ir en contra del objetivo que intentamos alcanzar. Le pedimos al paciente que produzca activamente sus síntomas como parte de un ritual diario. La "peor fantasía" es que el paciente se tome 30 minutos al día para inducir un ataque de pánico. Se trata de ganar o perder el control para recuperarlo. En general, esto tiene dos posibles efectos. O la persona puede producir el miedo que disminuye con el tiempo, eliminando así su miedo mediante la habituación, o experimenta el efecto paradójico de no poder producir el miedo. En este caso, el paciente descubre que es más capaz de afrontar situaciones que antes temía.
diario de ansiedad
Esta intervención es más eficaz para las personas que se vuelven demasiado conscientes y anticipativas, evitando los miedos que pueden provocar pánico. Como parte de esta intervención, el terapeuta le pide al paciente que continúe con su vida diaria como de costumbre, pero que lleve consigo el cuaderno de bitácora que nos ayudará a seguir y por tanto comprender lo que le sucede en estos momentos críticos. Cada vez que sienta un miedo, deberá sacar rápidamente el diario y rellenar la siguiente tabla: fecha y hora, lugar y persona(s), situación y pensamientos, síntomas, reacciones. La verdadera intención de esta tarea es desviar su atención del miedo a la tarea, permitiéndoles manejar mejor este momento difícil por sí mismos. Esta intervención conduce a una experiencia emocional correctiva entre sesiones en la vida cotidiana. Lo que solemos encontrar es que no sólo la persona vuelve a la siguiente sesión con la tarea hecha, sino que la mayoría de las veces sus episodios de pánico se han reducido considerablemente (no es raro que se reduzcan a cero) y que se sienta diferente sobre su situación. Este cambio emocional es muy importante para nuestro trabajo, porque sólo después de que la persona haya sentido una sensación de cambio podemos empezar a introducir otras situaciones en las que pueda desafiarse a sí misma, pero de todos modos empieza a hacerlo de forma espontánea.
miedo a la ayuda
La recherche et l'intervention stratégiques sur les troubles phobiques et obsessionnels (Gibson, 2022, Portelli et Nardone 2007, Nardone, 1996) ont montré que, lorsqu'une personne demande de l'aide et la reçoit, cette solution confirme et nourrit son problema. Para romper rápidamente este círculo vicioso, hemos mostrado un replanteamiento estratégico de su solución aparentemente útil:
“Bueno, antes que nada, hay algo en lo que quiero que pienses durante la próxima semana. Quiero que pienses que cada vez que pides ayuda y la recibes, recibes dos mensajes simultáneamente. El primer mensaje, obvio, es "Te amo, te ayudo y te protejo". El segundo mensaje, menos obvio pero más fuerte y más sutil, es "Te estoy ayudando porque no puedes arreglártelas solo y te enfermarás si te quedas solo". Tenga en cuenta que no le estoy pidiendo que deje de pedir ayuda porque sé que en este momento no es capaz de no pedir ayuda. Sólo os pido que recordéis que cada vez que pedís ayuda y la recibís, estáis contribuyendo a mantener y agravar vuestros problemas. Pero por favor no hagas el esfuerzo de evitar pedir ayuda, porque todavía no eres capaz de no pedir ayuda. Lo único es que cada vez que pides ayuda y la recibes, empeoras las cosas".
Por lo tanto, incluso si su ayuda inicialmente parece tener efectos beneficiosos, eventualmente conducirá a un empeoramiento de su trastorno. La técnica utilizada aquí es la del miedo contra el miedo. El miedo a aumentar la gravedad del problema es mucho peor que los miedos que impulsan constantemente a la persona a buscar ayuda. El miedo se vence con el miedo, como dice el refrán latino: "Ubi major minor cessat".
Algunas preguntas útiles
Cuando entras en pánico, ¿tienes miedo de morir o de perder el control? (fobia u obsesión)
Cuando entras en pánico, ¿te enfrentas a la situación o tiendes a evitarla? (intento de resolver)
Si tienes que enfrentarte a ti mismo, ¿lo haces solo o incluyes a otras personas? (dinámica relacional)
Cuando huyes de una situación, ¿tiendes a hablar de ella o no? (dinámica relacional)
¿El pánico ocurre en una situación específica o puede ocurrir en cualquier lugar? (¿fobia general o específica?)
Estudio de caso
Este estudio de caso presenta la historia de María, una mujer de 47 años a quien le diagnosticaron trastorno de pánico. El trastorno de pánico es un tipo de trastorno de ansiedad caracterizado por ataques de pánico recurrentes e inesperados y un miedo persistente a futuros ataques. Este estudio de caso tiene como objetivo proporcionar una comprensión profunda de las experiencias, los síntomas y el tratamiento de María.
Información general
María es una brillante directora de marketing que lleva una vida profesional exigente. Tiene una familia que la apoya y un grupo de amigos cercanos. Durante el año pasado, María ha experimentado episodios repentinos e intensos de miedo e inquietud, acompañados de síntomas físicos como taquicardia, dificultad para respirar, temblores y mareos. Estos episodios, conocidos como ataques de pánico, comenzaron a afectar su funcionamiento diario y su calidad de vida en general. Los ataques de pánico de María suelen ocurrir sin un desencadenante aparente y pueden ocurrir en cualquier momento. Ella describe estos episodios como abrumadores y aterradores, con una sensación de fatalidad inminente. Los síntomas físicos son tan intensos que a menudo teme estar sufriendo un ataque cardíaco o perder el control. Como resultado, desarrolló miedo a salir a lugares públicos, a lugares concurridos o a situaciones de las que sería difícil escapar. Los ataques de pánico de María se hicieron cada vez más frecuentes y ocurrían al menos una vez por semana. El miedo a sufrir otro ataque de pánico la hizo evitar diversas actividades, como reuniones sociales, centros comerciales o incluso conducir en autopistas. También notó un impacto significativo en sus patrones de sueño, y a menudo tenía dificultades para conciliar el sueño debido a su temor a sufrir ataques de pánico.
Resultados
Durante la terapia, María nota una mejoría en sus síntomas y una reducción en la frecuencia e intensidad de sus ataques de pánico. Se vuelve más segura para controlar su ansiedad y desarrolla estrategias efectivas para afrontarla. María está regresando gradualmente a sus actividades diarias, incluida socializar y participar en situaciones que antes evitaba. Con el apoyo continuo de su terapeuta, María continúa trabajando en su recuperación a largo plazo y en la prevención de recaídas.
Impacto en la vida
El caso de María resalta el impacto del trastorno de pánico en la vida diaria de un individuo y la importancia de una intervención temprana y un tratamiento adecuado. A través de una combinación de psicoterapia, medicación y modificaciones de estilo de vida, María logra controlar sus síntomas de pánico y mejorar su calidad de vida. Este estudio de caso demuestra la eficacia de un enfoque integral e individualizado en el tratamiento del trastorno de pánico, brindando esperanza a personas que enfrentan desafíos similares.
Bibliografía
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