Artículo de Claire Branchereau - Actual / HSE
Los ataques de noviembre han dejado huella en las empresas, incluso en su política de salud y seguridad. Algunos continúan buscando el asesoramiento de firmas especializadas, ya sea que estén directamente afectados por el riesgo de terrorismo o que estén buscando prepararse para él con la cabeza despejada.
Tres meses después de los atentados de París, muchas empresas siguen luchando con los hechos. Incluso más que nunca. Porque es necesario preparar y supervisar la vuelta al trabajo de un empleado directamente afectado, porque es probable que el estrés postraumático de alguno se manifieste en los próximos meses... "Empieza ahora", para Claude de Scorraille , psicóloga laboral y presidenta de Lact, firma especializada en apoyo psicológico. También hay empresas “que no se exponen espontáneamente al riesgo del terrorismo, pero que se dicen a sí mismas que puede pasar, que pueden verse afectadas directa o indirectamente”, añade David Mahé, presidente de Stimulus (ver nuestro artículo). Dentro de sus respectivas firmas, cada uno está en contacto con diez a veinte empresas que buscan asistencia sobre el tema.
Talleres de sensibilización
Tras los atentados del 13 de noviembre, Lact y Stimulus dicen que han sido solicitados por todo tipo de estructuras, desde los sectores de seguros, distribución masiva, medios de comunicación, hospitales... que no, intervinieron para animar células psicológicas para empleados (ver nuestro artículo). "Algunas empresas también han organizado talleres voluntarios para sensibilizar sobre el trastorno de estrés postraumático, que han demostrado ser extremadamente efectivos", dice Claude de Scoraille. ¿Y para aquellos menos directamente interesados? David Mahé cita el ejemplo de un "gran banco" que ha puesto a disposición de sus empleados documentación sobre este síndrome, pero también sobre el procedimiento a seguir en caso de un nuevo "evento grave". “Algunas empresas aprovecharon los hechos de noviembre para cuestionar sus prácticas y poner en marcha procedimientos que antes no tenían”, continúa.
Prepárate sin psicosis
Antes de emprender un posible acercamiento, para Claude de Scoraille las empresas primero deben “preguntarse si la cuestión del terrorismo tiene sentido en relación con su actividad”. “Hay una gran tensión en torno a este tema”, apunta, “si se trata de anticipar por anticipar, está mal”. Y conducente a la psicosis, según ella. Por otro lado, si la empresa se considera potencialmente preocupada por el riesgo de terrorismo, entonces puede "preguntarse cuál sería su política en caso de un evento grave, qué tipo de unidad de crisis pondría en marcha, qué comunicación...", aconseja la psicóloga del trabajo. Para David Mahé, las empresas deben ser un poco más operativas, ya que a su juicio se trata de “tener un dispositivo listo para movilizarse interna o externamente” en caso de que se repita un ataque. Esto implica, por ejemplo, saber aguas arriba quién está presente en la empresa, quién debe contactar a quién... En definitiva, saber cómo se organiza la empresa en tal escenario. “Es parte de lo que se puede hacer en frío, y permite que la empresa esté lista”, según el presidente de Estímulo.
¿Un riesgo como los demás?
Un poco menos frías, las empresas también deben ser "capaces de involucrarse a través de los gerentes, para apoyar el evento serio", dice David Mahé. Formando a la dirección -aunque reconoce que "no es la prioridad en cuanto a formación"- y dándoles tiempo para apoyar al colectivo de trabajo. ¿Deberían, por tanto, incluir el riesgo terrorista en su política de seguridad y salud? Sí, responde el presidente de Estímulo, “si quieren ser ejemplares”. Sin embargo, especifica que con "hechos graves", no necesariamente se trata solo de terrorismo. Claude de Scoraille es menos categórico. "No es un riesgo laboral común", recuerda. En lugar de integrarlo en la política de salud y seguridad de la empresa, el psicólogo laboral sugiere que los empleadores "den visibilidad a su posición" sobre este riesgo. “También necesitan saber qué límites darle a este puesto”, advierte. Porque el riesgo terrorista implica, según ella, prestarse a un "difícil juego de equilibrio" entre dos posturas: "Tomar en consideración el impacto de los hechos sobre los empleados, y al mismo tiempo no protegerlos demasiado tampoco para para no debilitarnos".